Nueva decoración en el jardín y varios accidentes de regalo

No sé si alguna vez habréis intentando ejercer de manitas en casa pero yo no os lo aconsejo aunque penséis que sois mañosos, da lo mismo, o eres profesional o te arriesgas a liarla parda. Jamás me atreveré a intentar solucionar un problema de fontanería o electricidad pero en cuestión de muebles pensé que, ya que soy buena en manualidades, podría salir del paso.

Hace ya mucho tiempo que quiero redecorar el jardín con muebles fabricados a base de palets. El motivo principal es económico: no me apetece dejarme una pasta en muebles que quedarán al aire libre y se estropearán con el sol, la lluvia y demás agentes meteorológicos (mi última mesa de jardín salió volando un día a causa del viento y acabó empotrada en la valla del vecino), pero también tengo otro motivo para hacer estos muebles reciclados, y es que me parecen una auténtica pasada. He visto diseños en Internet chulísimos y pensé que podría copiarlos… Mala idea.

Lo primero que hice fue elegir los diseños. En la web a la que os remito veréis que hay 100 diseños diferentes, algunos aparentemente muy sencillos de fabricar, así que elegí un par de ideas y compré los palets a una fábrica cercana y las herramientas necesarias a maorferreteria.es, porque no os penséis que los palets los regalan. Puede que antes sí, pero ahora ni de coña.

El trabajo accidentado

Empecé por los asientos, quería crear una especie de bancada con un diseño similar al de los sofás esquineros o con chaiselonge, así que intenté seguir los pasos. Primero hay que sujetar unos palets a otros para hacer un asiento al nivel adecuado, normalmente se necesitan de dos a cutres palets superpuestos. Yo lo que hice fue poner cola de montaje en la cara interna de los palets y luego atornillar unos a otros para asegurar la sujeción. La idea era buena, como veréis, pero la práctica no tanto.

Para empezar acabé totalmente llena de cola y, aunque creí haberme limpiado bien en la ducha, al día siguiente fui al colegio con un importante pegote en el brazo derecho. Era junio, así que, obviamente, fui en manga corta y todo el mundo podía ver el pegote, pero, para aquel entonces, la cola había quedado pegada a mi brazo como una segunda capa y parecía que estaba pelechando o cambiando la piel como las serpientes. Hubo padres que llegaron a preguntar en Dirección si sus hijos estaban a salvo, si mi enfermedad era contagiosa… Impresionante.

Además aprendí la importancia de medir las cosas. Os voy a dar un consejo: comprad clavos de un tamaño inferior al ancho de la madera que queréis clavar… ¿Veis por dónde voy? Yo compré los mejores clavos que vi, los más robustos y los más caros, pero no se me ocurrió medir absolutamente nada, así que cuando ya llevaba clavados como tres palets me di cuenta de que la punta de los clavos sobresalían unos diez milímetros por encima y aquello era un peligro constante. Esto último puedo corroborarlo porque me senté sobre uno intentando probar la altura del primer asiento que fabriqué y no sabéis cómo duele. Tuve que ponerme la antitetánica por precaución (y esa vacuna duele un huevo).

Luego, cuando quise poner el respaldo, tuve problemas aún mayores. Para empezar he de deciros que los palets no se quedan quietecitos nunca, así que debes intentar asegurar el respaldo a alguna sujeción antes de intentar poner las bisagras que yo quería utilizar para anclarlo al asiento. Resultado: en el primer intento que hice para atornillar las bisagras, el palet, que estaba en posición vertical, empezó a caer a cámara lenta como un cuerpo muerto en mi dirección… acabé con un chichón importante en la cabeza y con una herida muy incómoda en la lengua porque como la tenía medio mordida concentrada en lo que hacía y aquello me arreó un soberano mamporro en el cogote, acabé de terminar de mordérmela y casi me tengo que ir al hospital para ver si me la podían coser de nuevo. Eso por no hablar de que el golpe fue tan fuerte que me incrustó el pompis en el suelo, y como ya me dolía bastante por haberme clavado la punta del clavo del asiento, acabé teniendo que sentarme sobre el flotador de mi sobrino durante una semana.

Al final fue mi hermano el que acabó el trabajo, y aunque también tuvo algún percance, he de reconocer que todo le salió bastante mejor que a mí. Debe ser que la patosidad la heredé yo sola. Ahora tengo un bonito jardín con muebles fabricados en palets pero yo no os aconsejo que copiéis mi intento, lo digo en serio, el peligro no merece la pena.

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