Los billetes de lotería para el gordo se empiezan a vender en verano. Se inicia la cuenta atrás. Es el sorteo más popular que existe. Marca oficiosamente el inicio de las fiestas navideñas. Todo el país está pendiente de cómo se desarrolla y cómo se reparten los premios. Y, cómo no, es una fuente inagotable de anécdotas. Aquí van algunas de ellas.
El día 22 de diciembre se inicia con que casi todo el mundo enciende la televisión a las 9 de la mañana, para escuchar el cantineo continuo de los niños de San Ildefonso. “22.353” – dice una niña – “1.000 euros” – le responde otra. Sobre la mesa del comedor están colocados los décimos y las papeletas de las participaciones que la familia ha comprado para el sorteo.
Si sales a hacer las compras del día, en cada tienda del barrio tienen encendida la radio. Están siguiendo en directo el sorteo. – “¿Ha salido ya el gordo?” – Pregunta una señora que lleva un carro de la compra. – “No, todavía no, se está haciendo de rogar” – le responde el dependiente – “lo que sí ha salido es uno de los terceros premios”. – “¿Y dónde ha tocado?” – Pregunta otra señora, que está esperando a que le atiendan. – “En Alcoy, creo” – informa el tendero. – “Pues allí vive un primo de mi marido. A ver si ha habido suerte y le ha tocado un pellizco”. – Comenta la señora. El sorteo es el tema de conversación del día, no se habla de otra cosa. Tenderos, taxistas y camareros se convierten en informadores improvisados, difundiendo las noticias en tiempo real.
Muchas personas han depositado sus ilusiones en este sorteo. Llevan meses adquiriendo billetes de lotería. Ramiro, un jubilado de Sevilla, juega siempre al mismo número. Este año lo ha comprado por internet en la página web de Loterías «La Piedad», una administración de loterías de Málaga que también vende online. Le ha ayudado a adquirirlo su nieto, que se apaña muy bien con el teléfono móvil. –“Hay que darse prisa para comprar los billetes de lotería” – nos dice Ramiro – “si te descuidas es como la playa, que cuando llegas no tienes espacio para clavar la sombrilla”.
La lotería del gordo da mucho más de sí. Estas son algunas anécdotas que hemos conseguido recopilar.
Dentro de la sala.
El año pasado, el sorteo se celebró en el Teatro Real de Madrid. Con un lleno completo en la sala de butacas, como si hubiera venido a cantar el mismísimo Pavarotti. Algunos asistentes venían disfrazados. Se notaba un ambiente de fiesta.
El sorteo extraordinario de navidad se conoce popularmente como “El Gordo”, pero dice El Periódico de España (EPE) que este nombre o apodo es anterior a la existencia del propio sorteo. Proviene de finales del siglo XVIII. Por aquel entonces se jugaba a una modalidad de lotería parecida a la lotería primitiva. Los boletos venían marcados por una serie de números elegidos por los jugadores. Para animar a la gente a jugar se inventó una mascota, “El Enano Afortunado”, un dibujo de un señor regordete y sonriente que aparecía en los carteles de la época y en los anuncios de los periódicos. Se utilizaba como reclamo para que la gente comprara lotería. El dibujo se hizo tan popular, que los españoles empezaron a llamar “El Gordo” a los sorteos de lotería, y especialmente al que se hacía justo antes de que comenzara la Navidad, puesto que se entregaban unos premios mayores que de costumbre, más que otra cosa, porque la gente jugaba más. Una parte importante de los premios la constituía un porcentaje fijo sobre la recaudación.
La relación de los niños del colegio de San Ildefonso con la lotería de navidad también es anterior a la existencia del propio sorteo. La Casa de los niños doctrinos de San Ildefonso era un orfanato fundado por Carlos V en 1543, encargado de acoger a los niños huérfanos de Madrid. En la actualidad es un colegio normal. Desde la época de Felipe II, su participación en la vida social de la villa fue bastante activa, apareciendo con frecuencia en procesiones religiosas y fiestas populares de la ciudad. Era una forma de hacer que los niños más desafortunados se sintieran acogidos e integrados. El 9 de marzo de 1771 fue la primera vez que los alumnos de este colegio participaron en la extracción de bolas de un sorteo de lotería. Ocho años antes, el Marqués de Esquilache, ministro de Hacienda de Carlos III, instauró el juego de la lotería, en su versión primitiva, como fuente de recaudación para las arcas públicas.
Desde la época de Fernando VII, el sorteo extraordinario de navidad no se ha dejado de celebrar ningún año, ni tan siquiera durante la guerra civil. En 1938 se celebraron dos sorteos del gordo, uno para la zona republicana, celebrado en Barcelona, y otro para la zona franquista, en Burgos.
Las controversias.
En todos estos años, el sorteo del gordo no ha estado exento de momentos controvertidos. Uno de los más recordados fue en el 2006, cuando a una niña del Colegio de San Ildefonso, afectada por los nervios, se le cayó una bola del bombo de los números al suelo. La bola fue botando y cayó dentro de una maceta que había en el escenario. La niña fue corriendo hacia la planta, pero no encontraba la bola. Lógicamente, el sorteo se interrumpió. En cuestión de minutos, la bola perdida se recuperó de entre las hojas de la planta, pero por el audio de la retransmisión televisiva se coló el comentario: –“Joder, se me ha caído la bola. ¡Qué vergüenza!”
Los nervios también pasaron factura a un niño durante el sorteo del 2013. El niño, encargado de leer el número de las bolas premiadas, se equivocó al nombrar una cifra. No fue exactamente este número, pero para hacernos una idea, en lugar de cantar 12.263, dijo 12.273. Luego rectificó. La bola extraída quedó registrada ante notario. Sin embargo, la equivocación propició que un grupo de jugadores avispados reclamaran su premio, alegando que el niño de San Ildefonso lo había cantado. La polémica llegó hasta los juzgados. Algunos de estos jugadores llegaron a interponer una demanda. Finalmente, la justicia dio la razón a Loterías y Apuestas del Estado. La prueba de verdad eran los alambres de los premios y el acta notarial, y no las palabras del niño que se confundió por la rapidez y la presión del sorteo.
Uno de los momentos más controvertidos se produjo en el año 2019, cuando ante las cámaras de televisión, durante la preparación del sorteo, se vio como uno de los empleados de Loterías y Apuestas del Estado, que estaba introduciendo las bolas de los números en el bombo grande, introdujo algo que llevaba en su mano derecha. Podía ser un papel arrugado o algo parecido. La imagen se hizo viral en redes sociales y se levantaron voces que exigieron la repetición del sorteo, una vez concluyó. Finalmente, la jornada se desarrolló sin problemas, pero para algunos levantó sospechas sobre la imparcialidad del juego.
Historias fuera de la sala.
Cada décimo premiado tiene una historia detrás. El periódico La Información cuenta como el primer premio del año pasado recayó sobre una familia de Bilbao que lleva más de 40 años jugando al mismo número. Fue el premio a la constancia. El número fue vendido por la administración de lotería Ormaetxea, su encargado ponía cara a los afortunados. Dice que es un número al que están abonados una familia entera: padres, hijos y nietos. Lo juegan cada semana, y por lo menos lo llevan haciendo desde las últimas 4 décadas. En el sorteo de navidad llegan a comprar algo más de una serie. Más del triple de lo que compran habitualmente. De todos modos, se trata de un número que nunca puede faltar en esa administración. Parece una especie de ritual familiar. No sabemos lo que ese número significaba para esa familia bilbaína, pero sí sabemos lo que representa para ellos desde el diciembre pasado.
Existen administraciones fetiche, como la de Doña Manolita, cerca de la Puerta del Sol de Madrid, o la Bruja de Sort, en este municipio de Girona. Son establecimientos que la gente asocia con premios. Hay personas que se desplazan hasta ellos o les compran décimos por internet con la ilusión de que les toque. Lo que es más difícil de imaginar es la existencia de una gasolinera de la suerte. Pues la hay, se llama La Chasnera y está a la entrada del municipio de la Granadilla, en Tenerife. Han vendido en cuatro ocasiones el primer premio de la lotería de navidad. Cuenta José Ángel, el hijo del dueño, que la idea de vender lotería de navidad surgió como una idea para tener un detalle con los clientes, nunca como una fuente importante de ingresos. Tras haber sido tocados por la suerte en varias ocasiones, se ha corrido la voz y gente de toda la isla se desplaza hasta la gasolinera para comprarles lotería.
El próximo sorteo de “El Gordo de Navidad” lo tenemos cada vez más cerca. ¿Qué anécdotas nos dejará este año?