Buscar

La Foto Familiar del 2016

No sé si os habréis fijado, imagino que sí, pero ahora está muy de moda eso de hacerle fotos a los niños en un estudio fotográfico. Apenas han abierto los ojos y ya les están haciendo posar entre nubes de algodón y burbujas. De hecho, la mayoría de esas fotos me parecen bastante sexistas porque a las niñas les hacen fotos con lacitos y pompones en la cabeza mientras que a los niños les ponen un balón de fútbol como atrezo o los visten de angelitos con dos alas que son casi más grandes que ellos.

Obviamente, como no iba a ser diferente, mi hermana, que siempre va muy a la moda, quería tener un reportaje así de su niño, pero con una salvedad: que involucró a toda la santa familia.

Creo que no lo había hecho hasta ahora, así que os voy a presentar a mi familia. Desde que tengo uso de razón y hasta que empezaron a independizarse mis hermanos y luego yo, siempre hemos sido seis en casa: mi abuela, mis padres, mi hermano mayor, mi hermana la mediana y yo, la pequeña. Normalmente se dice que el hermano mediano es el que menos atención recibe, es el menos mimado, pero en mi caso no fue así. Mi hermano era un mimado porque era el mayor y el único chico, y mi hermana era una mimada porque era una princesita y yo una especie de cabra loca que iba dando saltos de una punta a la otra de cualquier estancia en la que me encontrara. Ahora las cosas no han cambiado mucho y ella sigue siendo una princesa, sólo que muy “cool”, y yo he dejado de llevar coletas pero sigo siendo un poco desastre, la verdad.

El caso es que si ella pide algo todo el mundo cae rendido a sus pies y mete la primera para cumplir las órdenes de la princesa y si yo pido algo tengo que estar recordándolo dos meses antes para que, con suerte, no se le olvide a nadie.

El reportaje

Esta vez quería el famoso reportaje de fotos así que fuimos todos juntos al estudio y cuando el fotógrafo, Aday Ortega, nos vio aparecer por allí con mil trastos encima y hablando a voz en grito se quedó blanco, como la cal. Yo creo que se pensó que éramos una especie de familia gitana: Todos a una como Fuenteovejuna. Y es que pensad por un momento en la situación. El hombre esperaba a un matrimonio con un bebé dispuesto a hacerse las típicas fotografías ñoñas que tan de moda están ahora mismo, y de pronto se ve aparecer a una abuela dando gritos porque se niega a ponerse el sonotone y no se oye a sí misma, tras ella, a unos abuelos orgullosos cargados con bolsas llenas de modelitos diferentes para poder cambiarse de ropa un par de veces, segundos después hacen entrada los padres de la criatura que no podían pasar el carro por la puerta y empezaron a doblarlo hacia un lado y a girarlo hacia el otro con el fin de hacer una especie de encaje de bolillos, o una especie de partida de tetris en la que, lo mires por donde lo mires, ganó la puerta, y por último yo, que nada más poner un pie en el escaloncito diminuto que daba acceso al estudio tropecé y me fui de boca contra el mostrador.

Hay momentos en los que creo que tengo una especie de ángel de la guarda porque con el golpe que me di en la nariz, si no rompérmela, como mínimo debería haber empezado a sangrar cual catarata del Niagra pero, sin embargo, tras un silencio sepulcral que, en mi opinión, duró demasiado, mi cuñado me ayudó a levantarme y lo único que pude decir fue un: “Estoy bien”, y justo después toda mi familia estalló en carcajadas. Creo que el fotógrafo se apiadó un poco de mí, pero es que aún estaba un poco alucinado, y tampoco es que le diéramos mucho tiempo a reponerse porque justo en ese momento, mientras mi familia reía, entró el que faltaba: mi hermano mayor, con su mujer y mi sobrino de 6 años.

No cabía un alfiler en el Estudio y el pobre hombre no sabía dónde mirar. Mi hermana, la genio que había montado todo ese tinglado, tuvo que hablar en privado con el fotógrafo porque el pobre hombre no había entendido que tenía que hacer un reportaje a toda la familia junto al niño, y claro, el presupuesto cambiaba un poco, pero aun así todo siguió adelante.

El resultado son unas fotos chulísimas, lo reconozco, el problema es que yo parezco la hija de Miliki en todas, porque segundos después de aquello se me hinchó la nariz desmesuradamente por culpa del golpe y se me quedó grande y roja, al estilo de los payasos de la tele. Creo que jamás enseñaré esas fotos a nadie… al menos por mi parte porque mi Madre ha hecho una copia tamaño póster de la fotografía en la que salimos todos y la ha puesto en medio del salón. Impresionante.

Comparte:

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Articulos más comentados
Our gallery
Scroll al inicio