El verano es para descansar, eso lo pienso yo y creo que casi todo el mundo, no es la época ideal para que un niño se pase horas frente a una mesa con libros y cuadernos, cuando lo que quieren es quedarse tirado en el sofá con su móvil o tablet durante horas (cosa que hay que evitar), correr, jugar y mojarse en la playa o la piscina con sus amigos.
Pero eso tiene que cambiar cuando ese niño tiene alguna asignatura suspensa o, simplemente, sus padres ven bien que, durante esta estación tan calurosa, su hijo no deje su cerebro tan calmado, opción que también veo correcta, ya que al empezar el nuevo curso le va a costar bastante más adaptarse después de estar 3 meses sin hacer nada. Pero principalmente, pienso que los motivos que provocan que los niños lleven peor la actividad estudiantil durante el verano son los siguientes:
- Cambio de rutina: durante el año escolar, los niños siguen una rutina diaria estructurada que incluye tiempos específicos para estudiar y hacer tareas. En verano, esta estructura desaparece, lo que puede llevar a una falta de organización y disciplina. Sin una rutina clara, les resulta difícil encontrar el momento adecuado para estudiar.
- Atractivos del verano: el verano trae consigo muchas distracciones atractivas. Las vacaciones, el buen clima, las actividades al aire libre y las quedadas con amigos son tentaciones constantes que desvían la atención de los niños de sus responsabilidades académicas.
- Necesidad de descanso: después de un año escolar exigente, los niños necesitan un descanso tanto físico como mental. El verano se percibe como un tiempo para relajarse y recuperarse del estrés y las exigencias del año académico. Por esta razón, los niños pueden resistirse a actividades que consideran como una extensión del trabajo escolar.
- Motivación: la motivación para estudiar y hacer tareas suele estar impulsada por objetivos a corto plazo, como exámenes o proyectos escolares. En verano, estos incentivos desaparecen, lo que disminuye la urgencia de cumplir con tareas académicas. Es por eso que, la falta de presión y la ausencia de metas inmediatas pueden llevar a una disminución en la motivación para estudiar.
- Cambio en el contexto de aprendizaje: el entorno de aprendizaje también cambia durante el verano. En lugar de un salón de clases estructurado con la presencia de profesores, los niños están en casa, donde el ambiente puede no ser tan propicio para el estudio. La falta de un espacio dedicado y tranquilo puede dificultar la concentración.
- Percepción de injusticia: algunos niños perciben el estudio en verano como una injusticia, especialmente si ven que sus amigos y compañeros disfrutan de su tiempo libre sin obligaciones académicas (aunque los demás lo hayan aprobado todo y él no, los niños son así). Esto puede generar una resistencia natural y una actitud negativa hacia el estudio.
No los atosigues, motívalos.
Está más que claro, y eso no me lo puede negar nadie, que cuando obligas a un niño a hacer algo, te las tienes que ver con Satanás para que no monten una pataleta. Es por eso que, lo mejor que se puede hacer en estos casos es motivarlos a estudiar y hacer tareas durante el verano, aunque esto requiere un enfoque equilibrado que combine la estructura con la diversión. Aquí te dejo algunas estrategias para lograrlo:
- Establecer una rutina flexible: te animo a crear una rutina diaria que incluya tiempo para el estudio, pero también para el juego y el descanso, eso ayuda a los niños a saber qué esperar. La clave es que la rutina sea flexible y no tan estricta como durante el año escolar.
- Incorporar el aprendizaje en actividades divertidas: el verano ofrece una excelente oportunidad para aprender de manera práctica y divertida, como visitar museos, realizar proyectos de ciencia en casa, cocinar juntos (con lo que pueden aprender matemáticas e incluso química) y leer libros interesantes. Todas son formas de mantener el aprendizaje activo sin que se sienta como una tarea.
- Establecer metas y recompensas: definir objetivos claros y alcanzables para el verano puede motivar a los niños. Por ejemplo, completar un cierto número de páginas de un libro o realizar un proyecto específico. Las recompensas pueden ser simples, pero con actividades que disfruten, como una noche de cine, un helado, o una excursión especial.
- Crear un espacio de estudio atractivo: tener un lugar dedicado al estudio que sea cómodo y esté libre de distracciones puede ayudar a los niños a concentrarse. Permitirles personalizar su espacio con colores y decoraciones que les gusten puede hacer que se sientan más motivados para usarlo.
- Utilizar tecnología educativa: hay muchas aplicaciones y plataformas en internet diseñadas para hacer del aprendizaje algo divertido. Juegos educativos, videos instructivos y aplicaciones interactivas pueden transformar el estudio en una actividad entretenida.
- Fomentar la autonomía y la elección: permitir que los niños tengan cierto control sobre su aprendizaje puede aumentar su motivación. Ofrecerles opciones sobre qué estudiar o cómo afrontar una tarea les da un sentido de responsabilidad y autonomía.
- Promover el aprendizaje en grupo: estudiar con amigos puede ser más motivador y menos aburrido, así que organízale grupos de estudio o actividades educativas conjuntas para hacer que el aprendizaje sea más social y agradable.
- Reconocer y celebrar los logros: es importante reconocer y celebrar los esfuerzos y logros, por pequeños que sean, puesto que, el refuerzo positivo fortalece la autoestima y la motivación para seguir aprendiendo.
La idea estrella: el campamento de verano.
Los campamentos de verano son una excelente herramienta para incentivar el aprendizaje en los niños durante las vacaciones, ya que, estos programas ofrecen una variedad de beneficios educativos y personales que complementan la enseñanza tradicional. Aquí te explico algunas formas en que los campamentos de verano ayudan a los niños a aprender:
- Aprendizaje basado en la experiencia: los campamentos de verano proporcionan un entorno de aprendizaje práctico donde los niños pueden adquirir conocimientos a través de la experiencia directa. Actividades como la exploración de la naturaleza, proyectos científicos y talleres de arte permiten a los niños aprender haciendo, lo que refuerza la retención de conocimientos y la comprensión profunda de los conceptos.
- Desarrollo de habilidades sociales: en un campamento, los niños interactúan con sus compañeros y trabajan en equipo, lo que mejora sus habilidades sociales y de comunicación. Aprenden a colaborar, resolver conflictos y desarrollar empatía, habilidades esenciales para su crecimiento personal y académico.
- Fomento de la independencia: los campamentos de verano ofrecen a los niños la oportunidad de ser más independientes. Al estar fuera de su entorno familiar, deben tomar decisiones por sí mismos, lo que fortalece su confianza y autonomía.
- Motivación y actitud positiva hacia el aprendizaje: los campamentos están diseñados para ser divertidos y emocionantes, lo que ayuda a los niños a asociar el aprendizaje con la diversión. Esta actitud positiva hacia el aprendizaje puede extenderse al año escolar y motivar a los niños a ser más curiosos y participativos en clase.
- Campamentos de idiomas: los campamentos de idiomas son particularmente beneficiosos para el aprendizaje de nuevas lenguas. Estos programas suelen incluir inmersión total, donde los niños practican el idioma en un contexto natural y cotidiano. Esta inmersión, como afirman los profesionales de la academia Brays, acelera el aprendizaje y mejora la fluidez, ya que los niños utilizan el idioma en actividades diarias y sociales. Además, interactuar con hablantes nativos y participar en actividades culturales relacionadas con el idioma enriquece su comprensión y apreciación de la lengua y la cultura.
- Estímulo de la creatividad y el pensamiento crítico: los campamentos suelen incluir actividades como teatro, música, arte y deportes, que estimulan la creatividad y el pensamiento crítico. Los niños aprenden a manejarse en diversas situaciones de manera innovadora y a expresarse de diversas formas.
- Fomento del bienestar físico y mental: la combinación de actividades físicas y recreativas en los campamentos contribuye al bienestar general de los niños. La actividad física regular y el tiempo al aire libre son cruciales para el desarrollo físico y mental, ayudando a los niños a mantener un equilibrio saludable.