Dicen que el ser humano cuanto más tiene, más quiere y creo que es verdad. Hace unos meses conocí a una joven a la que le había tocado un buen pellizco en la primitiva y gracias él se ha estado permitiendo una serie de caprichos que antes no habría podido permitirse. También conozco a un joven que montó una pequeña empresa que creció como la espuma y ahora es un empresario de éxito, y a un amigo que por querer abarcar más de lo que podía casi se queda en la ruina. Pues los tres, en mi opinión, son de esas personas que cuanto más tienen, más quieren.
La joven, que podía haber invertido el pellizco en una empresa que creara puestos de trabajo y garantizara un ingreso a su familia de por vida, prefirió ir gastándolo en fiestas, viajes, regalos y lujos innecesarios. El chico empresario, pensó que la suerte que había tenido con el negocio que había montado se iba repetir siempre y empezó a montar negocios a diestro y siniestro y ahora no puede pagar las deudas que le ocasionan cada mes. Y mi amigo, el que abarca demasiado, se cree que es capaz de llevar su empresa y la de su padre jubilado, una tarea casi imposible debido al volumen de trabajo que tienen ambos negocios, y todo porque no quiere contratar a nadie.
Los diamantes son el mejor amigo de la mujer, el dinero lo es del ser humano en general
Yo soy la primera que adora el dinero. Me gusta porque me permite tener cosas cuando me apetece tenerlas y eso es un auténtico lujo, pero jamás arriesgaría mi bienestar o el de mi familia por querer seguir acumulando dinero o caprichos sin sentido.
Soy asidua a jugar por Internet. No en apuestas ni nada de eso o en Bingos que lo único que hacen es sacarte el dinero. Lo mío es más el juego de azar a pequeña escala con grandes esperanzas. Es decir, que compro de vez en cuando algún número de lotería nacional o juego a la primitiva pero nada más, bueno sí, ahora que se acerca la fecha empiezo a comprar lotería de navidad online en Dulcinea de Oro, la web de una administración de lotería que conocí un poco por casualidad, y prefiero comprar allí porque me resulta cómodo hacerlo desde casa pudiendo elegir el número que me dé la gana. Lo hago porque creo que algún día podría tener suerte y aumentar el ahorro en el banco con un empujón azaroso pero, si lo consiguiera, os puedo asegurar que no me lo gastaría a lo loco ni lo dejaría morir ahí: crearía un negocio con la esperanza de que funcionase y me permitiese crear puestos de trabajo y tener un colchón económico para mi jubilación.
Algunos de vosotros podréis pensar que ya tengo todo lo que necesito, que no debería ser egoísta pidiendo más, y lo que pasa es que a lo mejor yo también pertenezco a ese sector de población que cuanto más tiene, más quiere… o ¿es que tal vez todos somos así?
Según el Centro Virtual Cervantes, es sólo el avaro el que sufre este mal de ir amasando fortuna, aunque no le haga falta, pero en mi opinión, todos sufrimos un poco de esto. Puede que si pensamos en la tribus africanas que aún viven escondidas en la selva, nos libremos de este refrán español tan popular, pero cuando pensamos en el mundo occidental, capitalista y totalmente globalizado creo que nadie se escapa, nadie.