Soy una persona que odia regalar por obligación porque la mayoría de las veces no sé qué regalar. A veces voy por la calle y veo algo que me recuerda a alguien y pienso “esos ería ideal para regalárselo en su cumpleaños, o en Navidad” pero cuando llega el momento o no me acuerdo de qué era, o esa persona ya se lo ha comprado por su cuenta o, directamente, ya no me parece tan buena idea cómo sí me la pareció en un primer momento. Por eso, cuando llega Navidad, me estreso.
En los cumpleaños también, no os creáis, lo que pasa es que cuando llega el cumpleaños de alguien solo tienes que pensar en un detalle para esa persona, uno, en individual, y en Navidad la cosa se multiplica exponencialmente dependiendo de lo grande o pequeña que sea tu familia o círculo de amistades. Que si la abuela, el abuelo, mamá, papá, hermanos varios, sobrinos varios, y si metemos también a los cuñados/as, a tu pareja y a tus suegros la cosa es ya para tirarse de los pelos.
A veces preferiría no tener que hacer regalos, lo digo enserio, y no es cuestión de tacañería sino más bien de agobio. Y es que ¿qué narices le puedo regalar yo a mi hermana que tiene de todo y lo que no tiene se lo compra? Eso por no hablar que si se me ocurre algo tengo que consultarlo antes con mis padres y su marido por si acaso ellos ya han decidido comprarle algo similar, no vaya a ser que repitamos regalo. Por eso no me extraña que luego haya una retahíla de clásicos que nunca cambian, año tras años, que si la colonia o el perfume (depende de la pasta que tengas llegado el caso, que si la pulserita de plata, que si los pendientes o la corbata/cinturón/cartera para ellos. Nada original, lo sé, pero sí muy socorrido.
Un nuevo método para regalar
El caso es que este año he propuesto algo que ha calado en mi familia. Y es que al final acabamos comprando detalles a lo tonto y quien los recibe, 4 o 5, dice “qué bien, gracias” mientras piensa “¿y para qué quiero yo esto?”. La gota que colmó el vaso fue el año pasado cuando mi madre le regalo a su nuera, mi cuñada, una batamanta y una especie de calentador de pies con forma de leoncito gracioso. Puede que sean regalos prácticos, y puede que la mujer lo hiciera con toda su buena voluntad porque mi cuñada siempre tiene frío, menos en pleno agosto claro está, pero la realidad es que fue un regalo un tanto absurdo. Por eso, y para evitar “tontunás” varias, he propuesto hacer un especie de amigo invisible entre nosotros para regalar algo que verdaderamente merezca la pena y que sea recibido con ilusión.
Por ejemplo, si pensaba gastarme una media de 25 euros por regalo con mamà, papà, hermano y hermana, 3 sobrinos y dos cuñados pues si solo tengo que regalarle algo a mi hermana puedo buscar algo que realmente necesite y quiera aunque cueste 150 euros.
Mi familia ha estado de acuerdo, salvo en el tema sobrinos que todos quieren regalarles así que no me libro de comprar tres juguetes ni de coña, pero por lo menos entre los adultos parece que todos han aceptado bien la propuesta así que hicimos el sorteo la semana pasada y a mí, suertuda, me tocó mi hermana.
Al principio se me vino el mundo encima porque creo que no hay nadie más complejo para regalar en mi familia que ella. No es que no acepte con gratitud lo que le das, es que simplemente tiene unos gustos un poco fuera de lo común y es complicado acertar con ella así que empecé a pensar y a pensar hasta que me di cuenta de que a lo mejor no necesitaba buscar un regalo en sí, sino algo que fuera a necesitar con total seguridad y me vino la luz a la bombilla: la boda de su mejor amiga.
Este año ya tuvo que aplazar la boda dos veces por culpa de la pandemia pero dice que en el 2021 se casa, llueve, truene o vengan 3 pandemias más, así que mi hermana va a necesitar todo un look especial para ese día y eso es precisamente lo que yo le voy a regalar.
Lo pensé detenidamente y con los zapatos no me atrevo pero con lo demás creo que sí, sobre todo después de hablar con el propietario de La Pepa, quien me ha asegurado el cambio si el vestido de fiesta no le gusta o necesita cambiar la talla, así que ese es el primer regalo: el vestido. Como es de noche he optado por un vestido largo pero tenía que ser muy sencillo porque si mi hermana ve algo un poco más llamativo de lo normal os puedo asegurar que no le gustará. He visto la web unas 300 veces y al final he optado por un modelo precioso, liso, sin mucho adorno, pero realmente elegante. Coste: 99 euros.
Lo he envuelto como hacen los americanos con el traje de fiesta del baile de fin de curso de sus hijas, en una caja preciosa con una lazada enorme. Bien dobladito y con el vale para cambios.
Además, por supuesto, tiene que llevar un bonito juego de pendientes y colgante, o alguna pulserita, así que tras mirar la friolera de 10 u 11 tiendas de joyería online me quedé con Joyería Lorena, donde he comprado unos pendientes muy sencillos en plata a juego con una pulsera que lleva el mismo motivo decorativo de “el árbol de la vida”, que ahora se ha puesto tan de moda. He optado por la pulsera porque creo que con cadenitas o colgantes no la he visto jamás, así que eso será más sutil para que pueda lucirlo cómodamente. Coste: 45 euros.
Y pensaba dejarlo ahí porque yo creo que ya es un buen regalo, pero eso de regalar solo a una persona hace que te vengas arriba con su regalo y al final acabes comprando más de lo que tenías planeado aunque, la verdad, es que lo prefiero porque después de esta experiencia sigo pensando que pensar para regalar a tanta gente es contraproducente para mis neuronas y mi estado anímico.
El caso es que como adora los relojes (tiene como 5 o 6) también le he comprado un reloj, un modelo de la marca Sketchers en tonos rosa pastel que le va que ni pintado al vestido que le he comprado así que con eso cierro el look de mi hermana y regalo de navidad. Coste del reloj: 39 euros.
Coste total del regalo: 183 euros. Teniendo en cuenta que el año pasado me gasté unos 200 he ahorrado 17 euros, así que me ha salido bien la jugada, pero de nuevo quiero recalcar que esto no era un tema económico, sino un tema de salud mental.
Supongo que si el año que viene me toca mi cuñado la cosa se me complicará bastante más pero, aun así, prefiero tener que pensar para uno antes que para 10 y además, sigo pensando que así podemos hacer regalos que realmente merezcan la pena y no un detalle sin más que, al final, no reciben con la misma ilusión ni usan con la misma frecuencia.
A mi padre, mi hermano (que se me ha chivado que le ha tocado él) le ha comprado una cámara de fotos compacta para un viaje que quieren hacer en cuanto el Covid19 haya quedado en un segundo plano, por las islas canarias. Sé que le ha costado 250 euros porque bajé con él a la FNAC a comprarla y he descubierto que piensa como yo: prefiere gastarse 250 euros en una persona comprándole un regalo que verdaderamente vaya a valorar que gastarse 200 euros regalos para 10 personas que acaban siendo detalles por compromiso porque no te da la imaginación para acertar con regalitos para los 10.
Conclusión, creo que mi idea va a tener éxito este año lo que significa que de ahora en adelante podré recibir la llegada de la Navidad con un poco más de relajación que antes, y eso ya es muchísimo, os lo aseguro. Eso sí, voy a plantear también la posibilidad de fijas un máximo ene l presupuesto porque si seguimos subiendo y subiendo el coste del regalo al final voy a tener que ahorrar todo el año para poder comprar en Navidad el regalo perfecto, y no creo que ese sea tampoco el objetivo. ¿A qué no?