Encuentros inesperados

No voy a decir que siempre sea así pero creo que por propia experiencia, y por lo que he visto, puedo asegurar que la gran mayoría de chicas rellenitas, y rellenitas de más, tenemos una talla de sujetador más que aceptable. En otras palabras, que no nos hace falta pasar por quirófano para lucir un buen escote. Imagino que por eso soy de las que no ve la necesidad de aumentar quirúrgicamente de talla, de hecho creo que es totalmente ridículo, pero tengo la mente lo suficientemente abierta como para comprender que haya chicas acomplejadas que deseen hacerlo. Lo que jamás me entrará en la cabeza es que haya quien quiera tener balones de baloncesto por “Tetas”.

Hace una semana me encontré por la calle con una antigua compañera de instituto. Me quedé mirándola en la parada del autobús porque me sonaba muchísimo su cara pero no terminaba de ubicarla hasta que fue ella misma la que se acercó para saludarme. “¡Madre mía del amor hermoso!” pensé mientras se acercaba… ¡Era la pequeña Yoli con dos pechos del tamaño del Everest!

La situación fue muy incómoda porque ella me hablaba sonriente contándome cosas de su vida y preguntándome interesada por la mía y yo no podía evitar bajar la mirada para verle ese par de melones. De hecho, tenía que hacer fuerza para que mis pupilas no viajaran de nuevo hasta su escote, ellas estaban empeñadas en mirar ahí y yo quería que la miraran a los ojos, pero no me hacían ni caso. Por un momento me sentí como esos hombres que no quieren mirar pero que no pueden evitarlo, solo que lo mío era alucinación y lo de ellos suele ser otra cosa…

Imagino que se dio cuenta y al final me soltó, ni corta ni perezosa, que se había hecho un aumento de pecho en Albacete, en Artestética… que debe ser una clínica muy conocida por lo que insinuó aunque yo de estos temas no tengo ni idea de nada. Y yo, que no sabía qué decir, le solté un “te quedan muy bien”.

Vamos a ver ¿quién dice eso en una situación así? Yoli se pensaría que me he vuelto idiota con los años, y tal vez es verdad pero no por esto concretamente. Me sonrió, apurada, y me dijo que me invitaba a un café. Accedí, ¡qué más podía hacer!

Los complejos no sirven para nada

Me estuvo contando que tras salir del instituto, y luego en la universidad, sus complejos se acuciaron notablemente y que estuvo acudiendo a pSi, una clínica de psicología donde la ayudaron a aprender que no era ni mejor ni peor que otras personas (mucho menos por su físico). Al principio no comprendí nada de lo que pretendía explicarme así que hice un croquis mental: Tiene complejos, los supera gracias a la ayuda profesional y se somete a una operación de cirugía estética…. No me cuadraba nada, no tenía sentido para mí, así que pregunté.

Por lo visto, tras recibir el alta por parte de la psicóloga que la trataba y tras aprender a quererse a sí misma, consiguió el “permiso” para operarse porque consideraron que ahora sí estaba preparada para hacerlo, porque su vida ya no giraba en torno ni dependía de su físico, y lo hizo, se operó el pecho, y se pasó un poco (pero eso no se lo dije claro).

Y es que, desde mi punto de vista que no tiene que ser el bueno, una cosa es operarse para tener un pecho más bonito o un poco más grande y otra muy diferente es ponerte unas tetas que son más grandes que tu cabeza. Imagino que a ella le gusta y que a otra mucha gente también, pero para mí, se ha pasado. Mirarla era como ver a una mujer flotador, solo que en lugar de llevarlo en el torso para no hundirse lo llevaba en la garganta multiplicado por dos.

Me la imaginé rebotando una y otra vez contra el suelo porque pensé que si se caía le servían de parachoques, y luego no pude evitar acordarme de Yola Berrocal (otra Yoli) que al saltar del helicóptero en «Supervivientes» se hizo tanto daño en un pecho que tuvo que ser asistida por un médico de urgencia. Con lo agustito que se va sin sujetador por casa y lo que daría yo por poder ir sin él fuera de ella.

Y en realidad soy hipócrita porque a pesar de que no soy quien para opinar de su físico lo hago. Y como muy bien ella entendió, sólo debes preocuparte tú misma por estar cómoda con tu cuerpo, con tu pecho, con sus piernas y con sus manos. Supongo que en realidad todos somos un poquito criticones por dentro y que al igual que yo pensé que se había pasado poniéndose pecho, ella pensaría que yo me había pasado comiendo bollitos de chocolate, así que estamos un poco a la par ¿No?

Lo que quiero decir es que, aunque sigo pensado que ese pecho a la larga es más una condena que un beneficio, si ella está cómoda con él ¿por qué no iba a poder ponérselo?

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