Intento ecológico fallido

No valgo ni para ser ecológica, lo digo en serio. En una de estas “voladas” o locuras que me dan a mí, me convencí a mí misma de  que si las dietas no me valían igual comiendo sano, ecológico y equilibradamente conseguía estar en mejor forma (ya que lo de bajar de peso lo veo como un imposible), así que empecé a dejarme un dineral en la compra semanal. Porque eso sí, querer ser sano sale caro.

Que si carne ecológica y productos bio, que si la fruta recién cogida del árbol, que si el agua de manantial… al final me dejé 90 euros en la compra semanal cuando yo, de normal, no pasaba de 50. Eso al mes supone 160 euros más, aproximadamente, y eso a mi bolsillo causa estragos. Por eso pensé que igual podía mirar por Internet ciertos productos que a veces si pides en cantidad te salen más económicos.

Encontré varias cosas interesantes, pero la que más me llamó la atención fue Naranjas al día, una asociación de agricultores valencianos que te lleva hasta casa sacos de naranjas, limones, mandarinas y tomates cultivados ecológicamente. El caso es que me entraron unas ganas tremendas de comer naranjas, y como vamos de cara el invierno pensé que era una buen momento para comprar. Pedí un saco de 5 kilos de naranjas por 17 euros. No es barato, pero en ese dinero estás pagando un producto estupendo que llega fresco hasta casa directamente desde el árbol de cultivo.

Al día siguiente estaba yo ahí, esperando mi saco de naranjas, cuando me veo aparecer un camión y a un señor bajando un gran, enorme, gigante saco de naranjas subido en un palé. Mi cara alucinó pepinillos y pensé… ¿eso son cinco kilos?.

Tardó un poco en llegar hasta mi piso, y menos mal que tenemos ascensor, pero lo importante es que llegó, tocó al timbre y abrí la puerta sonriente.

-¿Rubí García Morote?- preguntó

-Sí, aquí es- contesté yo

-Muy bien, pues firmemé aquí y le voy dejando los 60kilos de naranjas donde me diga.

Imaginad cómo fue cambiando mi cara, de la sonrisa al asombro y del asombro a la cara de guasa.

-¿En ese saco hay 60 kilos de naranjas? –pregunté alucinada

-No, en este sacó hay 30, aún falta otro como este esperando abajo.

Y como siempre, fue culpa mía

Por lo visto, a la hora de seleccionar el producto erré y acabé comprando 60 kilos de naranjas a 50 euros, que no está nada mal,  pero que no era lo que pretendía. Además, hayq ue ser lela, o estarlo, porque para colmo pone bien claro en la web que son naranjas para hoteles, restaurantes y cafés, pero ese es otro tema. Lo importante ahora era… ¿Dónde narices iba a meter yo 60kilos de naranjas? Y eso por no hablar de que no me iba a dar tiempo a comérmelas ni aunque las exprimiera todas en zumo.

Ahora mismo no se puede entrar ni en la cocina ni en el despacho porque tengo dos piscinas de naranjas por el suelo como si fueran una especie de área infantil con pelotas de colores… bueno, de color… Y pensaréis… ¿y para qué narices las saca del saco? ¡YO NO LAS SAQUÉ! Se espachurraron todas cuando intenté arrastrar los sacos por el suelo de cerámica, y conforme yo tiraba, ellas más emprendían el viaje hacia lo desconocido… Naranja por aquí, naranja por allá y yo en medio con cara de pánico, como si estuviera en una película de terror que en lugar de llamarse “El Ataque de los Tomates Asesinos” se llamara “El Ataque de las Naranjas Locas”.

“¡Qué estamos muy locas! ¡Qué estamos muy locas!”… es como si pudiera oírlas.

Obviamente, cada vez que viene algún amigo o familiar le regalo una bolsa, pero es que ahora han empezado incluso a huirme. Tengo unos vecinos a los que nada más verlos les di un par de bolsas, y al día siguiente me dijeron que las habían probado y estaban muy buenas, así que ahora cada vez que oigo que llega el ascensor hasta mi rellano salgo corriendo con la bolsa de naranjas llena intentando darles otra y creo que me han cogido miedo…. Ahora que no me extraña porque la situación es rara de cojones, y más aún si la que sale a darte la bolsa llena de naranjas lo hace con una pinza en la cabeza, la cara cubierta por una mascarilla de esas negras que se llevan ahora y una bata del Decathlon que no tapa nada.

Sea como sea no sé qué hacer con tanta naranja… quien me mande una dirección válida le mando una bolsita… ¿queréis?

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